Gabriela empezó a trabajar en la prostitución en Colombia con un grupo de mujeres como forma desesperada de llegar a fin de mes. Tenía escasos estudios y pocas perspectivas laborales; su cuerpo era su única baza. La prostitución no era la vida que Gabriela soñaba tener. Era una existencia vacía y degradante, que acababa con su sentido del valor y su dignidad. Cuando se dedicaba a los clientes, Gabriela sentía que Dios la había abandonado totalmente. Se daba cuenta de que estaba sobreviviendo, existiendo, no viviendo. Con cada cliente que traía a su habitación, se preguntaba si sería el último. La prostitución es un trabajo extremadamente peligroso, con el riesgo constante de enfermedades, abusos y malos tratos, o cosas peores. En sus momentos más oscuros, Gabriela se preguntaba si alguien se daría cuenta o le importaría si le ocurriera algo trágico; se sentía completamente inútil, ignorada y olvidada.
Gabriela oyó hablar del programa de costura profesional de Conviventia y de cómo se había desarrollado para ayudar a mujeres que, como ella, estaban atrapadas en la prostitución sin una salida clara. Aunque escéptica, decidió unirse al programa. Al principio, Gabriela tenía grandes problemas de confianza. Toda su vida, la gente había intentado aprovecharse de ella; según su experiencia, todo el mundo tenía siempre un punto de vista y sólo la veían como algo de lo que aprovecharse. Gabriela desconfiaba del amor que la gente de Conviventia parecía sentir por ella. Seguramente era su forma de engañarla, de hacer que se abriera para utilizarla a su favor. Pero, a medida que pasaba el tiempo y no se materializaban motivos ocultos, Gabriela comenzó a darse cuenta de que estas personas no querían nada de ella y realmente no querían aprovecharse de ella; sólo querían colmarla con el amor de Dios y rodearla como familia. A través de las devociones diarias, las escrituras y la oración en el programa de costura vocacional, Gabriela comenzó a conocer a Cristo de una manera real y tangible y comenzó a poner su confianza firmemente en Sus manos.
El discipulado que Gabriela recibió se alineó con el entrenamiento de costura para traer una transformación total a la vida de Gabriela. Por primera vez, vio que su vida tenía valor y propósito. La costura le permitió crear algo maravilloso, comenzando con un patrón y trozos de tela y convirtiéndolo en algo hermoso y útil. Mientras trabajaba con la máquina de coser, vio que Dios estaba haciendo lo mismo en su vida. Su vida estaba hecha pedazos, pero Dios tenía el patrón y la estaba cosiendo de nuevo. El proceso era a veces lento y doloroso, pero ella creía que Dios sería fiel para sacar algo hermoso de la ruptura. Por primera vez, Gabriela sintió que empezaba a vivir plenamente.
En mayo, Gabriela se graduará con los conocimientos necesarios para confeccionar diversos productos, como ropa para adultos y niños, bolsos, maletas, mochilas y ropa deportiva. Confía en su capacidad para convertirse en empresaria, autosuficiente y capaz de ganar un salario digno. Antes, no podía imaginar que una empresa quisiera emplear a una prostituta. Se sentía completamente inútil y no deseada. Pero ahora, todo eso ha cambiado. Gabriela no da su vida por sentada y se considera una de las pocas afortunadas que han conseguido salir de la prostitución y volver a una vida plena de propósitos y posibilidades. Gabriela está deseosa de compartir todo lo que ha aprendido sobre el amor y el perdón de Cristo con otras mujeres que todavía están sometidas. Esta es su oración:
Por favor, Señor, ten piedad de mí y perdóname por todas mis faltas. Gracias por sacarme del desorden y mostrarme que un día puedo ser una persona digna de tu amor. Jesús, sé que estás trabajando en mí y que esperas que ponga de mi parte. Lo intento. Algunos días parece una lucha: una lucha para ignorar el pecado y la tentación, una lucha para sentirme merecedora del amor de Dios, una lucha para no recaer, una lucha para recordar que mi cuerpo es ahora un templo para Dios. Lucho todos los días, pero no quiero luchar contra ti, Señor. Amén.
*Nombre cambiado por seguridad