Nací en un pueblo pobre y pequeño. Mi familia me organizó un matrimonio cuando sólo tenía 10 años. Quería poner mi granito de arena para ayudar a mi familia, pero me aterrorizaba casarme a una edad tan temprana. Desconcertada por mis circunstancias, con mi infancia devastada, hice todo lo posible por complacer a mi marido a pesar de mi corta edad y mi inexperiencia. Sin embargo, mi marido era un hombre enfadado y violento. Cuando me quedé embarazada de mi primer hijo, esperaba que al darle un hijo a mi marido se ganaría su favor. Pero el niño era una niña y mi marido, enfurecido, me echó.
Intentaba desesperadamente mantener a mi hija recién nacida, pero sin trabajo era imposible conseguir comida. Un día, una mujer se acercó a mí y me ofreció un trabajo haciendo ropa. Alborozada, estaba segura de que por fin me había librado de la ruina. Acepté el trabajo, pero me sorprendió encontrarme transportada a casi 2.000 kilómetros de distancia.
Lo siguiente que supe fue que me vendieron para prostituirme. Perdida, confundida e incapaz de hablar el idioma local, fui vendida una y otra vez, atrapada en la esclavitud. Sin ningún tipo de educación formal ni formación en habilidades útiles, no tenía ninguna esperanza y era incapaz de liberarme de mis cadenas. Finalmente, por la gracia de Dios, me conecté con el ministerio Hilltop of Hope. Ahora estoy aprendiendo a coser y a hacer bolsos para poder obtener unos ingresos dignos para mantenerme a mí y a mis tres hijos. También estoy aprendiendo sobre el amor de un Salvador que dio su vida para que yo pudiera encontrar esperanza tanto en esta vida como en la eternidad.